BOTELLON...

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Los adolescentes burlan su primer concierto sin alcohol haciendo ‘botellón’ a las puertas del recinto

El veto permitió que algunos se estrenaran en un recital musical


Preparativos. Dos chicas beben y fuman antes de entrar en el Palacio de Vistalegre de Madrid, ayer. Foto: AGUSTÍN CATALÁN

Preparativos. Dos chicas beben y fuman antes de entrar en el Palacio de Vistalegre de Madrid, ayer. Foto:
AGUSTÍN CATALÁN

JUAN CARLOS ROSADO
MADRID

El primer concierto para adolescentes sin alcohol y sin tabaco puso ayer en evidencia, una vez más, que no se le pueden poner puertas al campo. Sobre todo si en ese espacio abierto hay un Hipercor donde se venden bebidas alcohólicas sin apenas control. Por lo demás, el señuelo utilizado por la promotora Under 18 para el concierto de Billy Talent, celebrado ayer en Madrid en el Palacio de Vistalegre (y que se repite hoy en Barcelona a las 19.00 horas en el Sant Jordi Club, sala anexa al Palau Sant Jordi), cumplió sus objetivos: tranquilizar a los padres, permitir a muchos menores estrenarse en un espectáculo musical y garantizar un cierto orden a los chavales más timoratos.
Los cientos de jóvenes que se arremolinaron frente al palacio dos horas antes de su apertura tenían claro que no podrían beber dentro. Pero también sabían que nadie les iba a impedir llenar el depósito de cerveza y calimocho mientras guardaban cola. Y más teniendo un hipermercado a 30 metros de la sala de espera. La aparición, pues, de corrillos de chavales haciendo botellón a las puertas del templo de la ley seca estaba cantada.
Mayor control
Tan cantada, que a José Antonio y Carmen, padres de una niña de 15 años, no les sorprendió ver esas sentadas presididas por el alcohol. «No se puede evitar que beban fuera, pero estamos tranquilos porque aquí controlan más y registran a la gente», confesaba José Antonio mientras vigilaba la entrada de su hija. La madre mostraba también tranquilidad. «A los conciertos de gente mayor no les dejamos ir porque tenemos miedo al estar menos controlado lo del alcohol», decía.
Una reciente víctima de las algaradas que causan las borracheras es Isaac, de 20 años, al que le llovieron botellas en un concierto de las fiestas de su pueblo, Boadilla del Monte (Madrid). «Lo pasé muy mal porque la liaron parda», decía con una botella de calimocho en la mano. «Yo es que bebo antes porque me apetece y no me emborracho, pero veo bien que lo prohíban dentro porque hay gente que se dedica a molestar».
Otro que «para matar el rato» apuraban una litrona de cerveza era Carlos, de 17 años. «Me gusta la idea porque nos quita la preocupación de que nos echen por la edad, como pasa en conciertos de adultos», apuntaba su amigo Miguel. «Lo de no poder beber nos da igual», sentenciaba Carlos con el depósito casi lleno.

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